3) Distinci?n entre el sentido de imaginaci?n del individuo y del colectivo
La imaginaci?n es ahora propiedad del colectivo, creando “comunidades de sentimiento”, grupos que imaginan y sienten las cosas juntos. Benedict Anderson ha demostrado c?mo el capitalismo impreso ha creado “comunidades imaginadas” de personas que nunca han tenido contacto cara a cara, lo que era un prerrequisito para la formaci?n de las naciones-estados. El capitalismo electr?nico ha producido formas que, yendo por encima del potencial de la prensa escrita para unir a las comunidades y el nivel de la naci?n-estado, trabajan transnacionalmente e internacionalmente. Estas comunidades acarrean el potencial de moverse de la imaginaci?n compartida a la acci?n colectiva. Como un ejemplo, Appadurai muestra como el “asunto Rushdie” es sobre un texto en movimiento, cuya trayectoria de consumo lo llev? fuera del espacio occidental de la libertad art?stica y de expresi?n hacia el espacio de las autoridades religiosas y sus propias esferas transnacionales (y los muy diferentes escenarios de Nueva York, Nueva Delhi y otros). La transformaci?n de las subjetividades de todos los d?as a trav?s de los medios y de la imaginaci?n es no solamente un hecho cultural, sino profundamente conectado a la pol?tica a trav?s de las nuevas formas en que los intereses individuales entrecruzan los de la naci?n-estado. Las batallas actuales sobre los derechos de los inmigrantes no son solamente una variante m?s de las pol?ticas del pluralismo: son acerca de la capacidad de las naciones-estado para contener las pol?ticas de sus minor?as dispersas.
Esta “teor?a de la ruptura ” es una reciente, puesto que es solamente en las ?ltimas dos d?cadas que los medios y la migraci?n han sido globalizados tan masivamente a trav?s de terrenos transnacionales. Seg?n Appadurai, su acercamiento no es ninguna actualizaci?n mera de teor?as sociales m?s viejas sobre la modernidad, sino que presenta algo radicalmente nuevo. Su foco no es la ingenier?a social a gran escala (llevada a cabo por los estados, agencies internacionales y otras elites), sino en la pr?ctica cultural de todos los d?as y la transformaci?n de la imaginaci?n. El sospecha de cualquier clase de prognosis a donde el presente nos lleve en t?rminos de nacionalismo, violencia y justicia social.
Su teor?a sobre la pausa, basada en la fuerza conjunta de los medios y la emigraci?n, se aleja de los enfoques cl?sicos que dependen de la prominencia de la naci?n-estado, y es en cambio expl?citamente transnacional y a?n postnacional. No provee modelos alternativos expl?citos, pero sugiere que las formas sociales existentes actualmente acarrean el potencial de formas m?s diversas y dispersas de lealtad transnacional. Los movimientos activistas envueltos con los asuntos de las mujeres, el ambiente, los derechos humanos, etc. Han creado una esfera de discurso transnacional, descansando en la autoridad de personas desplazadas como los refugiados o exiliados. Sin embargo, ?l admite que la movida de los movimientos transnacionales hacia formas transnacionales sostenibles de gobierno no pueden ser suficientemente explicadas por este enfoque.
La globalizaci?n y la emergencia de una antropolog?a transnacional
Para Appadurai, la situaci?n global es interactiva m?s que dominada por un solo lado. Los Estados Unidos ya no domina el sistema mundial de im?genes, sino que son una funci?n de un sistema transicional complejo de “paisajes imaginarios”. En su citado documento “Disjuncture and difference in the global cultural economy,” ?l argumenta que en esta nueva coyuntura, la invenci?n de la tradici?n y otros signos de identidad se debilita, mientras la “b?squeda de certidumbres es regularmente frustrada por la fluidez de la comunicaci?n transicional.” Tambi?n enfatiza que hay varios miedos alternativos a aquel de la americanizaci?n: “vale la pena notar que para la gente de Irian Jaya, la Indonesianizaci?n puede ser m?s preocupante que la americanizaci?n, as? como la japonizaci?n puede ser para los coreanos, la indianizaci?n para los de Sri Lanka, la vietnamizaci?n para los camboyanos, la rusianizaci?n para la gente de Armenia Sovi?tica y las rep?blicas B?lticas,” y nos recuerda que “la comunidad imaginada de un hombre es la prisi?n pol?tica de otro.”
Appadurai diferencia cinco dimensiones de “paisajes” globales, fluyendo a trav?s de fronteras culturales: 1) “ethnoscapes”, el paisaje de las personas que constituyen el mundo cambiante en el que la gente vive; 2) “technoscapes”, la configuraci?n global de las tecnolog?as movi?ndose a altas velocidades a trav?s de fronteras anteriormente impermeables, 3) “financescapes”, la red global de especulaci?n con la moneda corriente y la transferencia de capital, 4) “mediascapes”, la distribuci?n de las capacidades para producir y diseminar informaci?n y el amplio repertorio de im?genes y narrativas, 5) “ideoscapes”, ideolog?as de los estados y movimientos contra-ideolog?as, alrededor de los cuales las naciones-estado han organizado sus pol?ticas.
Appadurai enfatiza que la globalizaci?n y la localizaci?n de los procesos, o la “homogenizaci?n global” y la “heterogenizaci?n” se alimentan y se refuerzan entre s? en vez de ser mutuamente exclusivas, y requieren m?s estudios antropol?gicos en la “producci?n de la localidad”. Los cambios econ?micos, pol?ticos y culturales expandidos mundialmente y que han ocurrido durante las pasadas d?cadas han hecho absolutamente esencial darle sentido al proceso conocido colectivamente como la “globalizaci?n.” Ha habido una industria creciente en las publicaciones populares y acad?micas que proponen hacer esto. En un sentido el mundo ha sido globalizado desde el momento de la llegada de Col?n al Nuevo Mundo.
Lo que caracteriza el inter?s actual en la globalizaci?n es sin duda la intensificaci?n de este proceso debido al advenimiento de tecnolog?as nuevas en los medios, lo que ha colapsado el globo espacialmente hablando y ha penetrado todo el mundo con im?genes de las glorias del consumerismo. El rol de los medios en la transformaci?n del mundo debe entonces figurar prominentemente en cualquier recuento de la globalizaci?n. En Modernity at Large, Arjun Appadurai posiciona a los medios en el centro de su discusi?n sobre el presente global, y su visi?n de los medios constituye a la vez todas las fortalezas y debilidades que se reflejan en los ensayos incluidos en esta publicaci?n.
Para aquellos cuya profesi?n es examinar los productos culturales o incluso culturas completas (desde los cr?ticos literarios hasta los antrop?logos), la globalizaci?n significa que se deben asumir nuevos enfoques ye idear nuevos discursos para explicar el presente. De pronto todo est? sujeto a dudas y necesita ser revisado. No es posible imaginar el mundo como una colecci?n de espacios aut?nomos, ya sean espacios imaginados como naciones, regiones o culturas demarcadas por regi?n o por naci?n. A?n as?, es la relaci?n de la cultura con los espacios definidos y determinados lo que contin?a siendo dado por hecho en la mayor?a de las ciencias sociales y humanidades. Los estudios literarios est? a?n divididos en especialidades nacionales, pero los estudios por ?reas han comenzado a dominar las ciencias sociales. El pensar en un mundo que ha sido globalizado requiere un pensamiento de una cultura sin espacio, una tarea muy dif?cil y compleja que termina con todos los procesos establecidos de las pr?cticas acad?micas.
Es importante recordar que la globalizaci?n es un proceso desigual, y que algunas de las formas que produce aparentan ser signos de una relaci?n neo-imperialista entre las culturas y pa?ses del “oeste y del resto”. Por ejemplo, la lista de Benjamin R. Barber’s de las pel?culas m?s taquilleras del a?o 1991 en 22 pa?ses alrededor del mundo indica tanto la dominaci?n del producto estadounidense en el extranjero, como probablemente la homogeneizaci?n creciente de la cultura mundial: desde Brasil hasta Polonia hasta Malasia, pel?culas como Terminator 2, Dances with Wolves, Robin Hood and Home Alone se mantuvieron en las primeras posiciones, mientras que el cine producido localmente o en pa?ses fuera de los Estados Unios aparec?a muy infrecuentemente, si es que aparec?a.
Los efectos y dimensiones de tal “imperialismo cultural” son mucho m?s ambiguos y dif?ciles de entender de lo que mucha gente pensar?a. Mientras en cierto sentido es posible ver al mundo como inexorablemente “americanizado”, las respuestas y reacciones a los productos culturales americanos en otras partes del mundo no se asemejan a una aceptaci?n masiva de las relaciones imperialistas. Y por supuesto, es dif?cil ver a Am?rica con un sistema cultural confiado y seguro de s? mismo que sea capaz de forzar sin problemas su forma de vida particular sobre el resto del mundo. La constituci?n del t?rmino “americano” ha sido por s? misma muy debatida por un gran grupo de sectores culturales y sociales, y tambi?n por grupos dispersos que est?n tratando activamente de remoldear lo que es probablemente el ?ltimo centro imperial hacia un espacio m?s bondadoso y sutil que no sea ya el centro de nada.
Uno de los peligros de intentar ofrecer un recuento de la globalizaci?n que no la vea como otro nombre m?s para el imperialismo cultural en su sentido m?s b?sico es que es posible volverse demasiado entusiasta sobre la capacidad de otras culturas de modificar y resistir la llamada americanizaci?n. Es importante no convertir el imperialismo cultural global en un sistema total dentro del cual la resistencia sea imposible. Pero es posible tambi?n cometer errores en el otro sentido, viendo resistencia en tantos lugares que se vuelve dif?cil entender por qu? Hollywood no est? en quiebra, por qu? los programas de televisi?n no consisten solamente de historias humanas y sensibles; en fin, por qu? el mundo no es ya fundamentalmente diferente.
Las dos ideas clave introducidas por Appadurai en el ensayo “Disjuncture and Difference in the Global Cultural Economy” constituyen la base te?rica para el resto de su libro Modernity at Large. La primera de ellas es la sugerencia del autor de que hay un nuevo rol para la imaginaci?n en el presente. La segunda se encuentra en el neologismo que Appadurai inventa aqu? y por el cual se le conoce mejor. Es el uso del sufijo “scape”, el cual combinado con los prefijos apropiados–ethno-, media-, techno-, finance- e ideo—ofrece un marco para examinar la “nueva econom?a cultural global – un orden complejo y disyuntivo que no puede ya ser entendido en t?rminos de modelos existentes de periferia central.”
La conjunci?n entre los medios y la migraci?n es esencial para entender el vocabulario de “scapes” o como el autor se?ala en otra parte del libro “confluencias” o “cascadas” Si la modernidad est? “en grande”, es porque ahora excede las fronteras y las determinaciones de la naci?n. Hacer sentido de este fen?meno global contempor?neo requiere el estudio de algo m?s all? que el espacio limitado de la naci?n, y las teor?as sociales deben ser reformuladas siguiendo el paso de este nuevo mundo sin territorios.
Bibliography
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